
No había dinero para veranear, ni aire acondicionado, ni aparatos televisores, ni tres coches por familia. No teníamos videos, ni tantos canales de televisión.El Bingo no se había aún inventado y las discotecas aún estaban por llegar.
Por todo eso, hubo que buscar alternativas para el entretenimiento y he aquí que el cine de verano se convirtió en la diversión por antonomasia: un auténtico fenómeno social en Algeciras, formando parte lúdica y económica de nuestra cultura popular.
No sé dónde leí que…era una forma de ver el cine muy diferente. Este tipo de cine era más familiar, el público no sólo buscaba ver la película, sino que trataba de pasar los ratos de ocio, en verano, sumergidos en la libertad que brinda un terreno al aire libre y con la posibilidad de comer, beber, hablar, lucir el moreno del Rinconcillo, Palmones, Getares, o Los Ladrillos, ligotear con las chicas de la fila de delante, mientras te hartas de comer pipas de girasol y aplaudir la llegada del séptimo de caballería sobreviviendo a las bandadas de mosquitos o deleitárte con la dama de noche cuyo aroma invadía todo. Y encima, podías fumar.
Cuando aquellos solares encalados y con pantallas eran los grandes lugares del ocio estival, los vecinos salían a la calle para pasarlo bien tratando de mitigar el sofocante calor a un módico precio, una peseta y media -seis reales en los años 50, aproximadamente- la entrada.
La primera película sonora que se proyectó en el cine de verano”Sevilla”, fue enel año 1931 y la película se llamaba “La mujer X”. Años después, llegaríamos a la conclusión que la inmejorable horchata de su ambigú nada tenía que envidiar a la más valenciana.
Tan clásico como los mejores estrenos de la Metro Goldwin Mayer era Salazar, modélico empleado maestro en la pegada de las carteleras en las tablas que apoyadas en la pared y diseminadas por las calles, servía de información y reclamo para los aficionados.
Aunque los rollos ya venían censurados (que inolvidable escena la de los trozos de celuloides guardados en una lata con todos los besos censurados en Cinema Paradiso que tanto nos recordó nuestro pasado juvenil, la iglesia también aportaba su ración de represión a través de unas cartulinas expuestas a la puerta de la parroquia de la Palma un vitrina adhoc en el que se avisaba si la película era “tolerada”, aunque generalmente esa tolerancia era muy corte y rápidamente afloraba el 3R – Gravemente Peligrosa. Con lo cual, ibas a verla, pero te creaban mala conciencia. Mal rollo.