
La investigadora Federica Bono, investigadora de Geografía Humana de la Old Dominion University de Norfolk (Virginia) y el profesor algecireño Alonso Varo, de la Christopher Newport University, también en el Estado de Virginia, están analizando el impacto fronterizo en la vida de linenses y gibraltareños con varias investigaciones en el terreno social y cultural de ambos lados.
Por su parte, Bono está tratando de determinar, a través de un análisis y entrevistas sobre el terreno, “cómo se sobrevive en una zona como ésta, con un límite físico y también mental”, asegura en una entrevista con el Chronicle. De origen italiano pero educada en Bélgica y los Estados Unidos, Bono cree que el caso de La Línea y Gibraltar es paradigmático para explicar la resiliencia y la capacidad de adaptación humana en los entornos políticos, económicos y físicos difíciles.
“Cuando vi los resultados del Brexit en Gibraltar, empecé a preguntarme por qué los gibraltareños votaron totalmente en contra de lo que votó el Reino Unido. Y hallé información sobre la situación del Campo de Gibraltar y La Línea, de las relaciones entre ambos lados de la frontera y sobre el cincuentenario del cierre fronterizo”, afirma. A partir de ahí, la investigación “de una zona tan rica como ésta en el ámbito de la geografía humana y social, empezó a tomar vida”, añade.
Una de las cosas que más le llama la atención en esta investigación, que está en sus inicios, “es la diferencia entre el discurso local de La Línea y el del resto de España”. Y la aparición de una “historia oprimida”, “que nunca se contó desde aquí”, afirma. “Desde fuera, hay una imagen muy oscura de La Línea que no es cierta”, dice.

En cuanto a las relaciones transfronterizas, su percepción hasta el momento es que “la frontera enriquece la convivencia por ambos lados: la gente me ha hablado de cultura, de un lenguaje característico, de comida…”. Un abanico de intercambio cultural, relaciones sociales, familiares, económicas y sociales que añaden valor a la convivencia en esta zona fronteriza.
“Y también otra cosa: la gente vive la frontera día a día, sus cambios, sus limitaciones impuestas y está acostumbrada a buscar sus soluciones, modos de sobrevivir y son muy creativos. Esto nos enseña mucho sobre la resiliencia de la sociedad, la capacidad de adaptación y significa mucho para entender su funcionamiento”.
En este sentido, Bono considera muy pertinente su investigación precisamente en el momento actual de auge de los extremismos y el discurso anti-inmigración, “como es el caso de Trump o el auge de los ultranacionalismos europeos”.
Más de treinta años para que existan testimonios reales
Por su parte, el profesor algecireño Alonso Varo, especializado en literatura, que lleva más de una década en los Estados Unidos, está trabajando en cómo se representa toda esa riqueza en la cultura local de ambos lados. Así está investigando en los trabajos que existen al respecto, especialmente en “cómo se verbaliza esa idea de comunidad”.
“Todo surgió a partir de hablar de temas fronterizos y hace cinco años me interesé por la literatura de esta zona, ya que soy algecireño. Pero lo dejé un poco aparcado porque tenía también otros proyectos. Sin embargo, el asunto volvió a llamar mi atención tras encontrar con las representaciones culturales del cierre de la Verja en La Roca, Gibraltar my Rock o el Nodo”, afirma.
De sus lecturas y visionados, a Varo le llamó la atención sobre todo “el clima de normalidad que se expuso sobre la situación de La Línea en el momento del cierre y que hayamos tenido que esperar más de treinta años para que existan testimonios reales, que ni siquiera se dio cuando se reabrió la frontera”. En este sentido, a Varo causa extrañeza “la ausencia de productos culturales en ese momento de la reapertura para captar ese trauma”. Y percibe que “en este espacio, el equilibrio se rompe constantemente por las acciones externas, con la única voz que se mantuvo durante muchos años: la del Gobierno central español”.

Desde el punto de vista cultural, este profesor algecireño afirma que “si lo comparas con la Guerra Civil Española, tuvimos que esperar 40 o 50 años para que empezasen a encontrarse productos culturales relacionados con la época y fue la siguiente generación la que lo hizo. Se impuso el silencio, que existió durante la guerra, que lo rompió todo y se mantuvo muchísimo tiempo después”.
Y establece cierto paralelismo con este caso: “ni siquiera en la reapertura se empiezan a ver esos productos culturales. Y creo que tiene algo que ver con los pactos de silencio que se produjeron durante la dictadura, que hasta los años 90 o los 2000 no empiezan a darse esos productos que comienzan a repensar y a traer la memoria del pueblo, de la gente, de la comunidad”. El caldo de cultivo para ambas investigaciones, sin duda, con la vida en torno a la frontera entre Gibraltar y La Línea está garantizado.