La agresión de un menor a varios vigilantes de seguridad en el centro La Marchenilla de Algeciras ha sacado a la luz las limitaciones con las que trabaja el personal dedicado precisamente a la seguridad de las instalaciones.
Nadie pone en duda la capacidad y la buena labor que realizan los educadores y demás funcionarios que trabajan en el citado centro que da acogida a un centenar de menores internados por haber cometido una infracción o que presentan alguna patología mental recibiendo atención terapéutica. La meta es procurar la reinserción social de estos chavales junto a la mejora de convivencia con el resto de internos y educadores. Ese es el objetivo final aunque no siempre se consigue. Algunos de ellos se readaptan con facilidad, otros en cambio, vuelven a infringir la ley. Lograr que el menor no vuelva a delinquir puede resultar, a veces, muy complicado.
No se trata sólo de disponer de los mejores profesionales, también es preciso que el centro cuente con todas las medidas de seguridad necesarias que eviten casos como el que sucedió con este menor con problemas mentales y que agredió a tres vigilantes, uno de ellos con heridas de consideración.
Aún siendo un caso puntual y aislado, no estaría demás volver a revisar los protocolos de seguridad establecidos por parte de la Junta de Andalucía que es, en definitiva, a la que le corresponde la gestión de los centros de menores de la comunidad autónoma.