“Las Palomas”, nueva plaza de tercera categoría

Ángel Modesto / Algeciras

Como sucede en el deporte que un equipo asciende o desciende de categoría, en el toreo puede pasar lo mismo. Desde hoy, “Las Palomas” se ha convertido en nueva plaza de tercera categoría. Y ¿por qué? Hay muchas razones que avalan esta pérdida de identidad. 

Al igual que en una botica, en el toreo siempre ha existido aficionados de todo tipo. Algunos con más rigor y conocimientos que tienden a la búsqueda de la seriedad y la exigencia; otros por pura diversión, alejados del entendimiento y de la seriedad. Pues en “Las Palomas”, los aficionados de verdad cabían en un vaso; de los otros, para llenar una bodega. 

No se entiende que el usía asomara el pañuelo verde del quinto alentado por una sonora pitada de un respetable irreconocible. Siempre se ha dicho que un toro es devuelto por algún defecto y no por su condición, reglamento en mano. Pues ni presidente ni público aplicaron la norma; a partir de aquí, empezaron los líos. Tras el número de los cabestros, a Juan Ortega le quedaron agallas para superar las adversidades y abrir el marcador de la tarde. El de Santi Domecq tuvo la calidad necesaria para que el sevillano, sin lograr la rotundidad, dejara destellos de torería por ambos lados. Una estocada arriba precedió a la concesión del trofeo. Frente al segundo, un toro de buenas hechuras, poco pudo hacer. Su labor quedó silenciada. 

Roca dejó de ser Rey (por una tarde) debido a las escasas condiciones que mostraron los dos toros de su lote. Destacó en un final vertiginoso del que cerró plaza, a toro parado, con las plantas asentadas y de mucha verdad. Obtuvo la otra oreja del festejo. De los capítulos anteriores, poco más que añadir. 

Al Juli le tocaron dos bueyes del Rocío, no por su tamaño sino por lo mansos que fueron. El madrileño no pudo darse coba ante las nulas posibilidades que había. El aficionado volvió a las casetas sin saber que a las “Palomas” se le había bajado de categoría.