
Suele ocurrir muy pocas veces pero, cuando pasa, saltan todas las alarmas, como muestra de los muchos dispositivos de seguridad con los que se cuentan en una de las zonas más industrializadas del país y a las puertas de uno de los pasos marítimos más transitados del mundo, como es el Estrecho de Gibraltar.
Que uno de los cientos de barcos que transitan al cabo de cualquier jornada del año por la Bahía de Algeciras haga sonar su bocina no es habitual, salvo los días de niebla en la zona – lo que dificulta la navegación – y por algún aviso que se recoja dentro de la comunicación interna entre los propios buques.
Pero lo de esta mañana de miércoles no parecía normal, ya que, el sonido que se ha podido escuchar de manera continuada durante unos minutos, se diferenciaba de los muchos otros ruidos con los que estamos acostumbrados a convivir en uno de los polos químicos más importantes del territorio nacional.
Casi nadie dudaba de que se trataba de un barco, de su bocina. Efectivamente. Era una embarcación de las muchas que hacen parada en los astilleros de Campamento para ser sometida a tareas de mejora o mantenimiento. En este caso, ha tenido que ser trasladada a dique seco, momento en el que uno de sus dispositivos ha detectado que no había contacto con el agua, por lo que ha hecho saltar la alarma.
Para desactivarla, ha habido que hacer una serie de acciones sobre la marcha, hasta que los marineros han podido acceder a su puente para desactivarla. Justo ese tiempo transcurrido, apenas unos minutos, ha sido durante los que se ha podido escuchar ese sonido que ha levantado las alertas en la zona. Tanto es así que hasta los servicios del 112 se han interesado por conocer los motivos de que se escuchara la bocina.
Afortunadamente, todo ha quedado en un susto, aunque ha servido para poner de manifiesto el oído fino que tiene la comarca del Campo de Gibraltar.