
Dos alijos de cocaína intervenidos en buques graneleros llegados a Gibraltar, el último, este pasado miércoles y con el mismo modus operandi, la droga se ocultaba entre el costado del buque y la válvula del casco que corta el paso de agua de la embarcación. El objetivo de los narcos es camuflar la droga en embarcaciones que, como estas, suelen hacer bunkering en aguas del Estrecho.
El narcotráfico, uno de los negocios criminales más lucrativos junto a la trata de seres humanos, mueve en Europa, al año, millones de euros y deja grandes beneficios a las redes mafiosas. Los buques graneleros que llegaron a Gibraltar cargados de cocaína son un claro ejemplo de ‘reconversión’ de estas organizaciones para contrarrestar el cerco policial en el Estrecho.
La provincia, un «coladero»
Desde la AUGC, la Asociación Unificada de Guardias Civiles, su secretaria provincial, María del Carmen Villanueva, asegura que el narco se «reinventa». «Ellos tienen los medios y la capacidad para reinventarse. Son como un ejército, totalmente jerarquizados y tanta importancia tiene el cabecilla como el que esté más abajo. Es difícil para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado controlarlos porque los medios humanos y materiales con lo que contamos no pueden equipararse a lo que estas organizaciones son capaces de mover».
«Utilizan el repostaje de combustible en alta mar con embarcaciones de recreo para el avituallamiento y eso, con la legislación vigente, es una infracción, no es un delito», señala. «No podemos seguirles el paso porque cualquier actuación de este tipo requiere todo un proceso administrativo que se alarga en el tiempo».
La provincia sigue siendo un «coladero» para pasar la droga y no solo por el Estrecho. «Ya lo hemos denunciado en varias ocasiones, son redes que son capaces de contar con todo un entramado, también en poblaciones del interior de la provincia».
A toda esa lentitud burocrática, el otro escollo es la falta de agentes. En la Guardia Civil, apunta la secretaria provincial de AUGC, «el catálogo de plazas es de hace bastantes años por lo que habría que recatalogar todo para poder sacar más vacantes. Se piden refuerzos pero son solo un parcheo, agentes de fuera que vienen para cubrir puestos puntuales pero que luego se marchan, y que además cobran el doble. Estar destinado en la provincia es como una condena cuando nos arriesgamos igual que los que vienen de fuera».
«Se frotan las manos»
Situaciones de «desagravio» que dificultan una labor contundente de los agentes para erradicar a los narcos y el contrabando de tabaco. «Se contabiliza solo lo que se incauta y es bastante, gracias al trabajo de todos los compañeros, pero siempre lo decimos, ¿y la droga que no ha podido ser intervenida y que sigue pasando?. Por eso pedimos más medios y mejores condiciones laborales».
Por otra parte, nada hace sospechar que la actividad criminal haya remitido durante tiempos de pandemia. Aquí funciona la ley de la oferta y la demanda. Mientras haya consumidores, el negocio va sobre ruedas, en este caso, a través de grandes buques, embarcaciones de recreo e incluso en drones submarinos que pueden ser controlados mediante un gps y desde una vivienda.
Una diversificación tan productiva que les lleva a trasladar sus ‘cuarteles de invierno’ hasta zonas del interior de la provincia. «Hace poco nos reunimos con alcaldes de varios pueblos y nos comentaban cómo bajando por las calles, huele a marihuana y como esta gente utiliza las antiguas vaquerizas como almacén de droga».
Villanueva, por último, avisa: «Las organizaciones criminales se frotan las manos porque saben que toda la vigilancia policial se centra en la costa cuando hay zonas como la A-381, la vía por donde se cuela la droga a otras partes de España, que están casi sin vigilancia».