
Era la primavera de 1992. En los entrenamientos de la Balona, aquella que jugó la liguilla de ascenso a Segunda A, me decías Juan “tienes que estar en Área”… y lo lograste. Gracias a ti entré en el periódico de mi vida. En esta mañana de marzo, te has ido para arriba Juan, y has teñido de luto la bandera de La Línea y la camiseta de la Balona. Cuanto he aprendido de ti Juan. Eras de La Línea de forma visceral. La vivías de forma intensa. Te molestaba hasta extremos insospechados cuando alguien la criticaba. Con la Balona hasta no dormías. La gente no sabía lo que tu sufrías con la Recia cuando no ganaba o tenía problemas de alguna índole económica. En Área, que era tu tercera pasión. Lo escribiste todo. Eras capaz, cualidad que siempre te admiré, de informar de cualquier actividad. Periodista total, que venía de un extraordinario profesor. De ti heredé las crónicas de la Balona, de ti maestro. Juan cuantas Ferias de La Línea has cubierto, cuantas Semanas Santas de La Línea, cuantos carnavales. Lo hacías todo. En Área te convertiste en la referencia social para todas las entidades de La Línea. Venían a traer a la calle Gibraltar sus comunicados, a sabiendas de que eras la persona que mejor lo hacía. Cuantos suplementos te has hecho en Área.
Los recuerdos se acumulan en mi cabeza. Multitud de momentos contigo, en el Estadio Municipal, en la Calle Real o en la redacción de Área. Charlas interminables, pero siempre llenas de buenos sentimientos. Eras hombre de gran razonamiento y meditabas las cosas, siempre buscando un beneficio para todo lo que oliese a linense y por supuesto a Nuestra Patrona, la Inmaculada Concepción.
Juan te has marchado. Me has dejado roto. Lo has hecho a toda La Línea y a la Balona por supuesto y a todos los que en nuestro Área tuvimos la fortuna de compartir trabajo contigo.
Monta en el cielo el Área celestial con el jefe, con Antonio Gómez Rubio, y con otros buenos balonos, como Maldonado, Pepe Correa y tantos otros que estuvieron en Área.
Nunca te olvidaré Juan. Tampoco lo hará La Línea entera. Eras ante todo un magnífico ser humano, y ese tipo de personas como tú, aunque mueran físicamente, siempre viven en nuestros corazones.
Rafael Moll