
El pasado año 2017, Lidia Asencio era una madre joven que disfrutaba junto a su hijo de su vida. Entraba, salía, viajaba… Pero todo cambiaría una madrugada de mayo cuando el padre de su hijo, con el que ya no mantenía una relación sentimental, le propinó una paliza y la violó, dejándole traumas, heridas emocionales y un ‘sinvivir’ que todavía padece.
Nunca ha hablado de su terrible caso pero ha decidido dar su versión de los hechos después de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) decidiese rebajar la pena de prisión de su agresor (su ex pareja) por «dilaciones indebidas«, es decir, un atraso del juicio.
Según explica la afectada, la noche en la que su infierno comenzó fue cuando acudió junto a una amiga y un amigo a una discoteca de Tarifa. Estaban bailando y de un momento a otro, su ex pareja irrumpió en el local y comenzó a agredirles. Todos fueron expulsados del establecimiento y el agresor aprovechó para llevarse a Lidia contra su voluntad a un descampado, donde la violó sin su consentimiento y la agredió, dejándola casi moribunda.
«Cuando salimos de la discoteca me dijo que si podíamos hablar sobre nuestro hijo y decidí salir con él y su primo. Pero el primo nunca se montó en el coche. Todavía no había cruzado el polígono de Tarifa que ya me estaba dando puñetazos en la cara mientras iba conduciendo. Me llevó hacia un llano oscuro, siguió golpeándome, me tiró al suelo y me dio tal paliza que yo creí que de ahí no salía. Intenté escaparme pero no pude, me volvió a meter en el coche en la parte trasera gritándome que yo era una puta, una guarra, que me acostaba con todos los tíos menos con él y me dijo que me bajara los pantalones. Yo le dije que no pero él lo hizo y finalmente me penetró después de romperme la camiseta, me aguantó las manos y se quitó», retala Lidia, emocionada, en declaraciones a Área.
Cuando acabó, el maltratador se subió de nuevo al coche y dejó a la víctima en la parte trasera. Salió del escampado y la llevó a unas escaleras cercanas a su vivienda. Le robó el teléfono y la dejó ir, momento en el que Lidia junto a sus padres denunció los terribles hechos ante la Comisaría de la Policía Nacional y acudió al centro médico para curar sus graves heridas.
Tras celebrarse un juicio rápido a los pocos días, el hoy condenado, de 41 años en la actualidad y vecino de Bolonia, fue enviado a prisión provisional durante 9 meses. Hoy, goza de plena libertad: «Nos impusieron una orden de alejamiento y ahora mismo tengo un dispositivo de seguridad. Él no puede pisar Tarifa, pero no vale de nada porque mi vida está completamente limitada. No puedo ir a ningún lado tranquila, cuando estuve haciendo un curso en Algeciras el aparato que tenemos de seguridad me pitaba constantemente diciéndome que mi agresor estaba a 500 metros y me daban ataques de ansiedad, estuve con pesadillas y con pastillas medicada«, detalla la víctima.
«Parece que yo soy la culpable y él la víctima»
La pena del agresor ha sido rebajada a dos años y medio por el delito de lesiones, siete por agresión sexual y nueve meses por amenazas. Una decisión que ha sido definida por Lidia bajo palabras como «yo soy la culpable y él la víctima».
«Yo no entiendo que a día de hoy, después de cinco años en el que él ha hecho su vida y yo no, como pueden rebajarle la condena. Esto no es justicia. La justicia me tiene abandonada y me siento desamparada, cómo puede ser que una persona con una condena de violación y agresión siga en la calle».
Lidia, de la mano de su abogada, ha presentado un recurso alegando vulneración de la presunción de inocencia y error en la valoración de las pruebas, además de apuntar a dilaciones indebidas en el proceso.